Entre los países con tradición en la elaboración de cerveza, destaca Bélgica por su excelencia en la fabricación que se remonta siglos atrás, disponiendo en la actualidad de aproximadamente 1.000 cervezas distintas.
En la Edad Media, la insalubridad del agua hacía que, dependiendo de la región, fuera habitual el consumo de vino o de cerveza. Dadas las condiciones ambientales de Bélgica, la fabricación de cerveza por parte de los monjes se convirtió en una artesanía. En sus inicios, comenzaron sus elaboraciones a base de una mezcla de hierbas llamada gruit. Sin embargo, con el paso del tiempo, se descubrió que el uso del lúpulo permitía una mejor conservación de la cerveza, convirtiéndose su uso en un decreto en el siglo XIV en alguna de las regiones. Fue ya en el siglo XVII cuando se produjo la diversificación en la elaboración de las cervezas, desde las lámbicas a las witbier y muchas otras. Pese a que la revolución industrial permitió mejorar los procesos, las guerras devastaron fábricas y monasterios, lo que hizo que la industria sufriera un duro golpe y una lenta recuperación, hasta hoy en día que puede haber unos 18 HL de producción anual.
Podemos encontrar cervezas de alta fermentación (fermentación entre 15º y 25º) como las cervezas trapenses o de abadía, dobles, triples, witbier, saison, cervezas de baja fermentación (entre 5º y 10º) como las Pilsen, o las cervezas de fermentación espontánea como las lambic, geuze.
La importancia del vaso para la cerveza
Tan importante son los ingredientes como la elaboración. Pero, sin duda, una cosa que destaca en Bélgica es el protagonismo que se da al vaso con el que se bebe cada tipo de cerveza. El recipiente nos facilita degustar en las mejores condiciones, de forma que los aromas y los sabores perduren de manera adecuada mediante la retención de la espuma que permite cada uno de ellos.
Entre los tipos de vasos que podemos encontrar hay uno que, aun no siendo tradicional de Bélgica, hace que nos tomemos una buena cerveza de una manera especial. Se trata del Chevalier. Este tipo de vaso es de origen inglés y se denomina yarda, tiene aproximadamente un litro de capacidad. Su origen no parece estar claro según he podido encontrar en este artículo.
El Chevalier es un reto tanto para el soplador del vidrio que fabrica el vaso como para el consumidor que intenta beber en él. Su tamaño y forma hacen que tengas que tener especial cuidado cuando queda ya poca cerveza en él. Es un juego de habilidad intentar no precipitar rápidamente la cerveza hacia ti porque el final puede ser desastroso.
A continuación, os propongo un par de cervecerías donde poder disfrutar de esta experiencia.
Le Corbeau

Le Corbeau es una cervecería concurrida en el centro de Bruselas donde la gente acude a comer o después del trabajo a tomar algo. Famosa por sus enormes platos de espaguetis, se caracteriza también por poder beber un chevalier de cualquiera de las 40 cervezas que tienen en carta. Aunque hay cientos de bares especiales en Bruselas, sin duda remarcaría Le Corbeau como uno de los sitios a visitar.
Le Corbeau
18, rue St-Michel, 1000 Bruselas, Bélgica
De lunes a jueves de 10:00 a 01:00 / viernes y sábados de 10:00 a 04:00/ domingos cerrado
Dulle Griet

En la ciudad de Gante se sitúa el Dulle Griet una cervecería con ambiente medieval bastante concurrida. Su carta de cerveza es ciertamente amplia y tienen muy buena selección de cervezas especiales en Navidad.
Su enseña es la Max, un reclamo para que la gente acuda a esta brasserie. La Max es el nombre que le dan al chevalier, en el que en esta ocasión puedes degustar su propia cerveza. Tienen dos tipos, la blonde o la bruine. Personalmente, recomiendo esta última. Si quieres disfrutar de una Max tendrás que dejar un zapato en prenda para que te la sirvan. Si rompes el vaso… nunca volverás a recuperar tu zapato.

Dulle Griet
Vrijdagmarkt 50, 9000 Gante, Bélgica
Lunes 16:30 a 01:00 / Martes – Sábado: 12:00 a 01:00 /Domingo: 12:00 a 19:30
(la última consumición se sirve media hora antes del cierre)