En esta ocasión, La Barraca de las Papas se dirige a Valladolid donde, de la mano del “mítico” Javier Pastor, emprendemos la aventura de visitar la almazara y la bodega del Grupo Valdecuevas, en las que, desde el año 2012, hacen realidad el sueño de producir aceite y vino de calidad.

La almazara se encuentra situada en Medina de Rioseco (Valladolid), a 850 metros sobre el nivel del mar, en un precioso páramo castellano, rodeada de pinos y cipreses.
Nos recibe Sara (encargada de la almazara) y lo primero que nos sorprende es la cantidad de olivos que hay (150 Ha), casi todo Arbequina (fruto esférico y pequeñito), en espaldera. Entre olivo y olivo plantado hay 2 metros y entre fila y fila 4 metros. También tienen las variedades Picual y Manzanilla Cacereña, que destinan, junto con la Arbequina, a su aceite estrella: General Blake (llamado así por la batalla que se libró contra las tropas de Napoleón en el mismo lugar en el que se encuentra la almazara, y que fue dirigida por dicho general).



Sara nos explica el proceso de elaboración del aceite. El vareado se realiza con máquina y va directamente a la almazara (5/6 kilos por olivo). Se lava, se despalilla y se pesa para quedar almacenada en tolvas de pequeña capacidad. Se muele la aceituna en un molino y después se bate la pasta para homogeneizar el aceite. De ahí pasa a otra máquina centrífuga donde se separa sólido y líquido, siempre en frío para no perder las cualidades organolépticas y conseguir un aceite de la máxima calidad. Se decanta en depósitos especiales de acero inoxidable, de 24 a 48 horas, de forma natural y, una vez decantado, pasa a bodega. Solo se envasa sobre pedido, lo cual permite mantener el producto en perfectas condiciones hasta su consumo.
El resultado final es un aceite sin filtrar y sin abrillantar con unas cualidades organolépticas únicas.

Una vez terminada la visita a la almazara, Sara nos tenía una agradable sorpresa, una cata de aceites a ciegas. Antes de nada, vamos a explicar cómo se cata un aceite.
La cata de aceite lleva los mismos pasos analíticos que una cata de vino (fase olfativa, gustativa, táctil, de equilibrio, armonía y visual). La muestra se coloca en una copa opaca, generalmente de color azul, se tapa, se mueve, se huele y se degusta.


A catar el aceite y a ciegas…
Catamos el primer aceite. Lo movemos y lo calentamos con la mano como nos indican y, cuando destapamos, no conseguimos oler mucho –por no decir nada–, aunque tampoco tiene olores desagradables. En boca nos pasa exactamente lo mismo. Aun así, huele mejor que sabe.
El segundo aceite huele más, es agradable, aparece tomate verde, aceituna madura, y en boca muy descompensado.
El tercero es el más intenso de los tres, muy herbáceo, floral, frutos secos. En boca es muy untuoso y persistente.
Sara, que en todo momento se ha mantenidos margen de la cata, nos dice el resultado: el primero era un aceite refinado, el segundo un aceite de oliva virgen y el tercero su Pago de Valdecuevas. La verdad es que las diferencias son brutales y, francamente, se agradece la cata a ciegas para no ir sugestionado por una marca concreta.
Pero aún hay más. No podíamos irnos sin catar la joya de la almazara: General Blake, del que impacta hasta el envase (la botella es el uniforme y la caja que lo contiene es la manga y el puño), elaborado con las variedades Arbequina, Picual y Manzanilla Cacereña. En nariz es muy sutil, muy elegante con recuerdos a flores, manzana, tomatera, recuerdos herbáceos y con una boca muy fina, con mucha elegancia y persistencia.

De la almazara a la bodega
Y de la almazara a Rueda, donde nos encontramos la bodega del Grupo Valdecuevas, un edificio moderno y, sobre todo, muy luminoso. Nos reciben Carmen (encargada de la bodega) y Antonio (enólogo). La variedad con la que trabajan es la Verdejo y la producción total por hectárea no supera los 5.000 kilos.
Vemos el proceso de elaboración y los depósitos de acero inoxidable, donde se realiza la maceración en frío, con el fin de obtener una mayor extracción de aromas. Nos hablan del removido de lías o batonnage para aportar al vino una mayor untuosidad y estructura en boca.
Y nos dirigimos a la sala de barricas dónde está fermentando el vino en barricas de roble centroeuropeo (casi todo francés) de segundo año, con un tostado muy ligero.
Después de visitar la bodega vamos a la sala de catas que, por cierto, es impresionante, otra vez un espacio con mucha luz y unas vistas espectaculares. Allí nos proponen catar dos de sus “joyas”, Valdecuevas Cuvée y Valdecuevas Fermentado en Barrica.


Valdecuevas Cuvée
Verdejo 2015
D.O. Rueda
Elaborado en microdepósitos y en grandes barricas de roble.
Color amarillo pajizo muy brillante. Al mover la copa, se ve una lágrima muy lenta y marcada. En nariz es muy intenso y complejo, ahumado, especiado, con notas muy florales, fruta blanca, frutos secos, es muy fresco y franco. En boca es espectacular. Es un vino con mucha estructura y persistencia, nos vuelven a aparecer los ahumados en retronasal, es muy untuoso y equilibrado.


Valdecuevas Fermentado en Barrica roble francés
Verdejo 2014
D.O. Rueda
Color amarillo dorado muy brillante, otra vez vemos una lágrima lenta y marcada. Aromas muy complejos, toques anisados, ahumados, hinojo, vainilla, especias, mantequillas, tostados. En boca es un vino muy estructurado y untuoso, con mucho equilibrio y volumen, nos vuelven a aparecer las mantequillas en retronasal y los anises característicos de la variedad.
Abandonamos la bodega con la sensación de que, de la mano de todos los profesionales que trabajan en Valdecuevas, de aquí a unos años estaremos ante una bodega y almazara, como diría Javier Pastor, “míticas”. Gracias por seducirnos con unos grandes vinos y unos aceites de excelente calidad, que traspasan fronteras.