Si algo le faltaba a la ciudad de Burdeos, cuyo centro histórico es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 2007, era un museo plenamente dedicado al producto por el que se ha hecho famosa internacionalmente: el vino. Y ese museo se acaba de hacer realidad: el pasado 1 de junio abría sus puertas La Cité du Vin (La Ciudad del Vino), un centro completamente interactivo dedicado al vino como patrimonio cultural, universal y vivo. Un viaje espectacular alrededor del mundo, a través de todas las épocas y culturas que La Barraca de las Papas ha tenido la suerte de disfrutar.

Más de 13.000 m2 y tres años de trabajo han dado como resultado, entre otras cosas, los 19 módulos temáticos, las más de 10 horas de contenidos de visita gracias a 120 producciones audiovisuales, exposiciones temporales, una sala de degustación panorámica ubicada a 35 metros de altura, salón de lectura, tres espacios de restauración, tienda… Muchísimas atracciones para una visita recomendada de 2 horas pero que, a poco que te guste este mundo del vino, se alarga bastante más. El objetivo de La Cité du Vin es que la emoción y las sensaciones en torno al mundo de la enología prevalezcan, y que lleguen a los visitantes de manera interactiva, para que puedan experimentar la magia del vino a su propio ritmo.
Una arquitectura emblemática para La Cité du Vin
Lo primero que llama la atención al llegar a La Cité du Vin es la arquitectura del edificio. Se trata de un viaje en sí mismo, ya que recoge diferentes símbolos de identidad: la cepa retorcida de la vid, pero también el vino que se decanta sobre la copa y el torbellino de las aguas del Garona, el río que lo rodea. Cada detalle arquitectónico, ideado por Anouk Legendre y Nicolas Desmazières, evoca al alma del vino. Es curioso, además, cómo cambian los colores del exterior, en función de las estaciones, de los días y de las horas de luz.
Las afueras de La Cité du Vin también representan un espacio de vida, muy acogedor. Rodeado de un “jardín salvaje”, los arquitectos han querido representar ese paisaje que rodea a las vides y que es la transición perfecta a lo que nos espera en el interior del edificio.

Accedemos al interior
En el interior, la visita se ve facilitada por un inestimable compañero de viaje: una herramienta tecnológica similar a un teléfono móvil y disponible en 8 idiomas, que permite explorar el museo a nuestro ritmo.
La exposición permanente está dividida en 19 áreas temáticas interactivas:
- La vuelta al mundo de los viñedos: un recorrido por la diversidad de paisajes vitícolas alrededor del mundo, gracias a una proyección sobre tres pantallas gigantes.
- Planetas vino: una serie de globos terráqueos interactivos, para descubrir la extensión de las viñas a lo largo y ancho del planeta.
- La tabla de los terruños: una pantalla táctil cobra vida bajo las manos del visitante: mapas, imágenes y 50 viticultores de 10 regiones del mundo cuentan los secretos de sus terruños.
- E-viña: sobre estructuras de madera en forma de cepas de viña, las tabletas táctiles permiten descubrir cómo el hombre, jardinero de la viña, acondiciona el terreno, escoge las cepas y las “esculpe” a fin de lograr el vino que desea.
- La metamorfosis del vino: vendimia, fermentación, envejecimiento… todos los secretos de los viticultores del mundo entero al alcance de los visitantes.
- Retratos del vino: seis botellas gigantes, cada una dedicada a una familia de vinos, invitan a pasear a través de la platea de los vinos del mundo, desde su historia a sus aromas e, incluso, leyendas.
- Los vinos al borde del agua: 5 cuadros animados presentan las grandes rutas fluviales y marítimas por las que se movió el vino a los largo de siglos.
- ¡A bordo!: embarcamos sobre un barco de 50 plazas para realizar una travesía por mar emblemática, donde acompañamos a los héroes que llevaron los vinos allende los mares.
- La galería de las civilizaciones: una exploración arqueológica al encuentro de las grandes civilizaciones del vino, desde las tumbas egipcias a las cenas del siglo XVII, y desde los banquetes griegos a las horas más sombrías del XIX.
- El muro de las tendencias: En el siglo XXI el mundo cambia y la imagen del vino también lo hace: etiquetas, botellas, packaging… Arquitectos y diseñadores renuevan cada día la imagen del vino.
- El buffet de los 5 sentidos: Un recorrido individual, desde los talleres al descubrimiento de las llaves de la degustación gracias a los colores, imágenes, aromas. El vino a través de los sentidos.
- El banquete de los hombres ilustres: una comida un tanto particular, donde ilustres personajes discuten de sus vinos favoritos, desde Voltaire a Napoleón, pasando por Churchill y otros.
- Baco y Venus: Pintura, música y literatura… El espíritu del vino está por todas partes. Un momento ideal para descansar y evadirse.
- El vino divino: un espacio de contemplación para descubrir las representaciones del vino en las religiones.
- Bebida y decepciones: la complejidad y la ambivalencia de la relación entre el hombre y el vino. Un vino que nos lleva a la alegría y nos consuela pero que, bebido en exceso, muchas veces aísla. Toda esta complejidad se representa a través de obras de arte, musicales, literarias y cinematográficas.
- Todo un arte de vivir: tres pantallas animadas por una sucesión de proyecciones homenajean al vino y la gastronomía, así como su servicio a los largo de la historia.
- Cara a cara con los expertos: nos sentamos frente a frente con un experto (en una pantalla virtual), que resuelve muestras dudas sobre temas tan diversos como la salud, el derecho o el marketing en torno a los vinos.
- Burdeos, una ciudad, un viñedo: las pantallas táctiles permiten descubrir cómo influyó el comercio del vino en el desarrollo de la ciudad, y muestran los viñedos de Burdeos y del Sudoeste.
- La gran saga de Burdeos: una película muestra cómo de un gran puerto de comercio nació una tierra de vinos míticos.
Exposiciones temporales
Además de la exposición permanente, el museo acogerá tres grandes exposiciones temporales por año, que abordarán temáticas ligadas al universo del vino y sus civilizaciones: bellas artes, diseño, fotografía, escultura, cómic, historia o, incluso, etnografía. La primera, sobre fotografía, se titula “Carte Blanche” (Carta Blanca), de Isabel Rozembaum y recoge 89 series fotográficas sobre su visión de los 36 meses que ha durado la construcción de La Cité du Vin.
El Belvedere
En la octava planta de La Cité du Vin se ubica el Belvedere, a 35 metros de altura y punto crucial de la visita, ya que aquí se pueden degustar los diferentes vinos del mundo mientras se contempla la ciudad desde su terraza 360º. Los visitantes pueden elegir entre una selección de 20 vinos del mundo, que se van renovando periódicamente.
Mención especial merece el techo de este enclave, compuesto por miles de botellas vacías sobre un mostrador de 10 metros de largo, que aportan singularidad al lugar.
Si os apasiona el mundo del vino, os aconsejamos que hagáis una escapada hasta Burdeos y os acerquéis a La Cité du Vin para disfrutar de momentos únicos.