Les Grands Buffets: un festín gastronómico imprescindible para “gourmets”

¿Os habéis preguntado alguna vez cómo se sentían los romanos cuando participaban en sus festines gastronómicos rodeados de los mejores y más sofisticados manjares? ¿Platos y más platos pasando ante ellos con la posibilidad de probarlos todos? Pues, en realidad, no es necesario buscar una máquina del tiempo para trasladarse a aquella época y poder vivir la experiencia. Basta con coger el coche, cruzar la frontera con Francia y plantarse en Les Grands Buffets de Narbonne para experimentar algo parecido a lo que sintieron los romanos que participaban en aquellos festines. Y lo mejor… todo ello por 32,90€. Increíble pero cierto.

Y es que cruzar la puerta de este restaurante es aterrizar de lleno en una experiencia gastronómica única, a través de la cual podemos conocer todos los tesoros del rico patrimonio culinario del país vecino, tanto los más conocidos, como el foie o los quesos, como otros que nos sorprenderán: el cassoulet, los callos o sus múltiples formas de cocinar el pato. Todo ello regado con alguno de los hasta 70 vinos presentes en su carta, servidos por copa o botella, y a precios de productor.

Con el fin de orientar al comensal, nada más entrar –y antes de asignarte la mesa reservada–, un miembro del equipo te acompaña en un pequeño “tour” por las diferentes secciones del bufet, ofreciéndote una información detallada sobre su funcionamiento. En ese momento es cuando empiezas a darte cuenta de la magnitud de la oferta de este restaurante y tomas consciencia de que no vas a poder probar ni una décima parte de todo lo que ven tus ojos.

Ya en la mesa, es el momento de elegir la bebida, que no está incluida en el precio del menú. Tenéis varias opciones: si vuestro presupuesto es ajustado y no queréis pagar más dinero, podéis optar por las jarras de agua del grifo que recogéis en una de las zonas del buffet. Si podéis gastar un poquito más, tienen, como decíamos, una extensa carta de vinos franceses que podéis pedir, o bien por copas, o bien por botellas. Tranquilos… hay para todos los bolsillos, desde menos de 10€ la botella podéis disfrutar de muchos de sus blancos, sus rosados y algunos de sus tintos. El restaurante ha preferido mantener los precios del productor y nos parece una idea excelente. ¡Ah! También tienen una tienda donde podéis adquirir los vinos de la carta. Además, si os ha gustado el que habéis pedido con la comida y os queréis llevar a casa una caja de 6 botellas, la que os bebéis en el restaurante os sale gratis.

El buffet está dividido en 4 grandes zonas agrupadas por temáticas: los Entrantes, los Quesos, el Asador y los Postres.

En la zona de Entrantes encontraremos embutidos tradicionales de las diferentes regiones francesas (incluyendo varias piezas de jamón que podemos cortar nosotros mismos); un área con productos frescos de la huerta, para preparar nuestra ensalada al gusto; todas las variedades de foie-gras que podamos imaginar (natural, a la sal, en crema quemada…), incluyendo los preparados en la tradicional “terrine” de cerámica; y un apartado de pescados y mariscos, donde podemos elegir entre ostras, mejillones, bueyes de mar, caracoles, langostinos o pescados marinados, en forma de mousse, en vinagre… Si, como nosotros, sois amantes de las ostras, solo esa zona del buffet ya merece la pena la visita porque encontraréis los mejores ejemplares de la costa.

Si por algo es conocido el país vecino es por la variedad de quesos que podemos encontrar en todos los rincones de su geografía. Muchos de ellos, hasta 45, los podemos degustar en Les Grands Buffets: Comté, Cantal, Morbier, Reblochon, Munster, diferentes variedad de Roquefort, Saint-Nazaire, Camembert… y también algunas variedades importadas, como el Gorgonzola o el Parmiggiano. A muchos les cuesta despegarse de esta zona del buffet… ¡y con razón!

La zona del Asador está, a su vez, dividida en dos áreas. Por un lado, los platos ya preparados, donde podremos encontrar diferentes especialidades francesas, desde caracoles de Bourgogne a ancas de rana, pasando por riñones en salsa, cassoulet o blanquette. No dudéis en levantar la tapa de cada uno de los recipientes metálicos donde mantienen estos platos a su temperatura perfecta de consumo para descubrir todo un mundo de sabores.

Por otro lado, encontraremos en Asador propiamente dicho. Acercaos por allí, echad un vistazo a todas las sugerencias del menú de la pared, haced vuestro pedido y deleitaos con los sonidos de los fogones, unidos a los “Oui, Chef” de los cocineros encargados de preparar los platos al momento: bogavante al natural o a la americana, solomillos al foie-gras, vieiras, magret de pato, bistecs de la mejor carne… Solo podemos poner una pega a uno de los platos que probamos: el steak-tartar. Acostumbrados a comerlo bien preparado en diferentes restaurantes de Francia, aquí nos decepcionó que, en lugar de cortada a cuchillo, la carne estuviera picada en máquina, lo que le hacía perder todo el encanto, quedando un plato bastante tosco del que podéis prescindir.

Y, para terminar, la zona de Postres. Seáis golosos o no, no podréis separar la vista de los colores presentes en las kilométricas bandejas de todo tipo de tartas, pasteles y dulces: Selva Negra, Milhojas, éclairs, Tarte tatin, crêpes, Cannelés, Macarons de todos los sabores, mousses, helados, crème brûlée y la estrella del buffet… una gigantesca fuente de chocolate rodeadas de frutas ecológicas que tendréis que probar sí o sí.

Si queréis un consejo… acudid con mucha hambre y sin prisa porque estamos seguros de que no sabréis ni por dónde empezar, ni cómo acabar. Nosotros tenemos claro que el viaje merece la pena y que volveremos pronto.